Las cámaras corporales se pueden activar de forma manual o automática a través de sensores, de los cuales algunos modelos ofrecen grabación continua. Cuando se activan, graban vídeo y audio, y almacenan lo grabado de forma digital con datos GPS y la fecha y la hora. Una vez almacenadas, las grabaciones se pueden revisar en busca de evidencias, para analizar las interacciones o con fines formativos; los sistemas avanzados ofrecen características adicionales, como el reconocimiento facial y la detección de movimiento.

Las cámaras corporales se llevan puestas en distintas ubicaciones para capturar correctamente la perspectiva de la persona que las lleva, por ejemplo, en el pecho, el hombro, la cabeza o integradas en gafas y cascos. La mayor parte del personal de seguridad y las fuerzas del orden utilizan soportes torácicos, en los que usan arneses o pinzas para lograr una visión frontal estable. Las monturas en hombro y cabeza ofrecen un punto de vista más elevado y un campo de visión más amplio, por lo que son aptas para actividades peligrosas o tácticas. Las cámaras, además, se pueden agarrar a los cinturones o bolsillos para lograr más versatilidad. La elección del lugar dependerá de la necesidad de estabilidad, la facilidad de acceso y el campo de visión.

Las cámaras corporales son eficaces para mejorar la transparencia y la responsabilidad, sobre todo en las fuerzas del orden y los servicios públicos. Además, ofrecen documentación imparcial de las interacciones y evidencia en las investigaciones, además de mejorar el comportamiento: la gente es consciente de que se la está grabando. Las CC también ayudan en la formación al optimizar la elaboración de informes de incidentes y generar confianza pública demostrando compromiso con la rendición de cuentas.

El coste de las cámaras corporales (CC) varía considerablemente: suele estar entre 200 y más de 1000 euros por cámara, dependiendo de las características, como la calidad del vídeo, el almacenamiento y funciones avanzadas como la visión nocturna y el GPS. Más allá de la cámara en sí, hay más gastos como los de los accesorios, el almacenamiento de datos, el software y las licencias, y la asistencia y el mantenimiento continuos, así como los costes de formación e implementación. Por lo general, teniendo en cuenta todos estos elementos, el coste total de propiedad puede ir de unos pocos cientos de euros hasta varios miles de euros por cámara al año.

Sí. Por lo general, las grabaciones con cámara corporal son admisibles ante un tribunal siempre y cuando cumplan con los criterios de relevancia, autenticidad y conformidad con la normativa legal de acuerdo con las leyes del país. La admisibilidad también puede depender del cumplimiento de las reglas de evidencia, como las consideraciones de privacidad, la cadena de custodia y la posibilidad de prejuicios. En general, cuando se manipulan y presentan adecuadamente, las grabaciones con cámara corporal son una valiosa herramienta en los procedimientos legales para la aclaración de incidentes.